viernes, 17 de abril de 2015

Objetivos de la Trilogía: El Guerrero Solar



Los principios que han motivado la creación de “El Guerrero Solar” son tanto evolucionarios como revolucionarios.
Son principios evolucionarios, pues en todo momento se ha partido de la premisa de que no existe potencial evolucionario de la humanidad en sí misma, sino en cuanto tal humanidad -o más concretamente el hombre- logra establecer vínculos firmes con las nuevas realidades externas al dominio humano, logrando que tal vínculo cree una simbiosis armónica entre ambas partes. Por tanto un nuevo vínculo con el cosmos exige necesariamente de un conocimiento riguroso y adecuado del cosmos, pero de ningún modo este conocimiento del cosmos es independiente del Ser o sujeto que conoce, y por ello, en la labor de establecer tal vínculo en el siglo XXI, resulta imprescindible tanto:

a) el conocimiento integral del cosmos
b) la recuperación de un conocimiento integral acerca de la naturaleza del hombre

Y es en este sentido que “El Guerrero Solar” necesariamente complementa la ambición evolucionaria con la revolucionaria, recuperando así la significación original de “revolución” del Latín re-volvere, el cual significa “volver a los orígenes”, no obviamente en sentido histórico, pero en sentido más bien meta-histórico, esto es, en el sentido de recuperar una visión y unos principios que, independientemente del tiempo y espacio, permiten ligar armónicamente al hombre con las condiciones específicas de tal tiempo y de tal espacio.
Precisamente debido a este posicionamiento, la publicación en las editoriales de nuestros tiempos de “El Guerrero Solar” resulta una misión destinada anticipadamente al fracaso, pues en esta obra se prescinde de cualquier concepción humanista, liberal, conservadora, ideológica, ideal, evolucionista, económica, romántica o espiritualista del hombre, las cuales son todas promovidas de una manera u otra en el dominio editorial y de los mass-media para alimentar y fortificar en última instancia la alienación de la humanidad respecto de un entorno relativamente nuevo: el urbano/industrial/tecnológico y cibernético moderno que sigue unas leyes absolutamente independientes de cualquier valoración humanista, liberal, conservadora, tecnológica, ideal, evolucionista, económica, romántica o espiritualista.
Evidentemente esto último sonará en primera instancia muy radical a muchos oídos, del mismo modo que les habría sonado muy radical a los pasajeros de primera clase del Titanic el escuchar que ninguna de sus concepciones románticas, económicas, políticas o de clase podían hacer nada frente a la fuerza titánica que trágicamente dirigía sus vidas, y que ellos no lograban ver al estar mayormente imbuidos de concepciones liberales y burguesas acerca de la libertad humana. Pero ahora el que quiera oír el mensaje podrá al fin oír el mensaje en toda su pureza y vigor, y mediante el aprendizaje de una concepción revolucionaria de la libertad humana, tal individuo no sólo será libre frente a las fuerzas determinantes del siglo XXI, pero lo que es más importante, dominará tales fuerzas en su propio beneficio.
También se debe avisar al lector que el mensaje de “El Guerrero Solar” no busca promover la autosatisfacción del ego del lector, ni promover aquello que en los últimos tiempos se ha venido a llamar “pensamiento positivo” positive thinking… Esta trilogía no pretende entretener, ser gustado, ser “cool”, ni ser “interesante”, como así puede acontecer con muchas otras obras o géneros… Se trata esencialmente de una obra formativa, dirigida a aquellos espíritus vigorosos y nobles que quieren alcanzar lo máximo que se pueda alcanzar en la vida por sí mismos y dejar una marca en el mundo que pueda traspasar milenios, con absoluta responsabilidad. Pero esta responsabilidad va necesariamente a la par de una disciplina, sobre todo, de una auto-disciplina… Del mismo modo que las matemáticas constituyen una de las disciplinas más odiadas y sin embargo más útiles en la vida práctica, esta trilogía también se caracteriza por el mismo carácter típico de las matemáticas, y por tanto difícilmente puede constituir un alimento intelectual adecuado a aquellos individuos vagos o cómodos que se dejan llevar fácilmente por las mareas de las circunstancias o la diversión, y que por tanto aspiran a una vida feliz libre de tensiones.
Por ello que el título de la obra es de tipo guerrero; aunque eminentemente guerrero, recuperando tanto del concepto “guerrero” como “guerra” sus virtudes más nobles, majestuosas y honorables, las cuales han sido completamente degradadas en nuestros tiempos debido al barbarismo técnico de la guerra moderna, y en menor medida debido a la difusión de determinados contenidos cinematográficos y literarios. Pero desde el punto de vista más auténtico y tradicional de guerra, como aquel encarnado por los Caballeros Templarios en Occidente o los Samurai en Oriente, una cuestión crucial es la definición específica de la naturaleza del conflicto actual y la naturaleza del enemigo.
Y es que durante los últimos dos siglos, el concepto de “enemigo” también se ha degradado de forma abrupta en paralelo al concepto “guerra”, pues del mismo modo que se ha venido a pensar en el dominio cultural de nuestros tiempos que la guerra es motivada por intereses económicos o de clase, ello ha redundado en que el concepto de enemigo mismo se haya reducido inevitablemente a la de estar vinculada con motivaciones económicas o de clase… Sin embargo, esta visión empobrece enormemente aquella concebida por ejemplo hace más de siete siglos por los Caballeros Templarios, quienes concebían la guerra como un conflicto necesario e imprescindible entre diversos poderes, con el objetivo de favorecer procesos de síntesis y destrucción que son consustanciales a cualquier civilización humana. Estos poderes son siempre configurados por los Estados y por los Imperios, como entidades formativas y fuerzas históricas que determinan la cultura, las religiones, los procesos económicos y las organizaciones sociales… Y en todo esto, la guerra aparece como el conflicto necesario entre cosmovisiones diferentes con el objetivo de modificar la configuración de los Estados y así permitir que el hombre singular integrado en tal Estado encuentre nuevas finalidades y medios cuando las condiciones de vida se modifican.
Esto último prácticamente implica que allí donde hay cambio, evolución y síntesis tiene que haber necesariamente guerra y conflicto… Ahora bien, ¿Cómo se puede aplicar esta idea básica a las condiciones de la actualidad? Si en el mundo industrial y civilizado de las megalópolis modernas se viven tiempos de paz… ¿Acaso esto significa que no hay cambio, ni evolución ni síntesis?
En realidad en la asunción anterior se parte de una premisa errónea: la de considerar que en el mundo desarrollado vivimos tiempos de paz. Sería mucho más preciso decir que en las sociedades desarrolladas vivimos en gran medida tiempos de confort y bienestar material, pero en la práctica no es posible alcanzar en el mundo desarrollado tales condiciones de confort y bienestar material sin una explotación masiva e insostenible a nivel planetario de recursos energéticos, materiales y humanos, unido a la necesaria desestructuración de las comunidades y culturas tradicionales, creando inevitables procesos de desarraigo y neurosis. El hecho de que este proceso destructor se pueda compensar momentáneamente con sucedáneos de confort, entretenimiento y consumo no implica que se elimine el latente proceso destructor mismo, del mismo modo que un calmante o antidepresivo no logra nunca atacar la raíz de un conflicto psicológico.
Por ello que seguimos viviendo en tiempos de guerra profunda, aunque sólo sea por observación superficial del nivel de conflicto subyacente que se trasluce en nuestras sociedades, no necesariamente un conflicto que se expresa tanto en número de pérdidas de vidas humanas -como acontece en el caso del aspecto más barbárico de la guerra moderna- como en el hecho de la sospechosa necesidad existente en las sociedades desarrolladas de evitar el afrontamiento del conflicto mediante todo tipo de evasiones, diversiones y sucedáneos.
Por tanto, sospechando ya a estas alturas la existencia casi innegable de un conflicto latente en las sociedades desarrolladas de nuestros tiempos… ¿Cuál es la naturaleza del conflicto?… Pues ante esta cuestión habrá que recurrir de nuevo a una visión del mundo perdida en la noche de los tiempos en la que se asume de forma implícita que la guerra posee en sí un carácter espiritual o anti-espiritual. De nuevo, es muy probable que esta última afirmación choque de lleno con cualquier premisa espiritualista que asuma que todo lo “espiritual” deba ser sinónimo de pacifismo, armonía, misticismo, beatitud, y en menor medida vinculado a las corrientes “New Age” de lo más diverso aparecidas en las últimas décadas en las sociedades desarrolladas. Pero tal choque en ningún caso es un choque contra el valor de lo espiritual, sino en realidad supone un choque contra una visión reduccionista de lo espiritual, la cual dosifica una versión reconfortante de lo espiritual que tiende implícitamente a exigir en última instancia condiciones de bienestar material como infraestructura requerida para tal superestructura espiritualista y pacifista… Y quieran o no admitirlo los proponentes de semejante espiritualismo, tal infraestructura material moderna de ningún modo se ha logrado conseguir mediante medios pacíficos, pues la industria que lo hace posible es destructora por naturaleza.
Hecha esta matización, en “El Guerrero Solar” se proporciona una visión del conflicto de nuestros tiempos, evitando naturalmente cualquier posicionamiento ideológico que evada el enfrentamiento del conflicto mismo. Se considera que como en todo conflicto, existen fuerzas destinadas a vencer y a promover la síntesis, hallándose éstas últimas siempre en oposición a fuerzas destinadas a perder y a promover la fragmentación. Y se asume que el conocimiento profundo de una de las fuerzas permite conocer la otra, y viceversa… Por ello que en la trilogía “El Guerrero Solar” existe una contraposición constante entre la virtud heroica, y todas aquellas condiciones sociales, políticas, éticas, tecnológicas que tienden a lastrar el brillo intrínseco de tal virtud. Así, en primera instancia, se puede concebir al “Guerrero Solar” como aquel individuo que ha logrado hacer prevalecer la virtud heroica frente a la usurpación de las fuerzas disgregantes existentes en una época dada, pero tal victoria es impensable si no se recupera por un lado tanto los principios de la virtud heroica como por el otro el conocimiento de las fuerzas disgregantes y destructivas de una época dada.
Ahora bien, por motivos didácticos se ha pretendido en esta trilogía no describir de modo estrictamente separado tanto la virtud heroica como las fuerzas disgregantes, sino que se ha logrado crear una transición progresiva entre los dos dominios, un puente que pueda facilitar al lector y aspirante a “Guerrero Solar” el conocimiento de las repercusiones directas de este conflicto en los dominios de las ideologías, la historia, la ciencia, la política, la ética y la infraestructura material de nuestras sociedades. Por esto mismo, la idea de una trilogía pareció la más adecuada, donde por su parte en “Orígenes, Ascenso y Decadencia” se enfatiza más en la virtud heroica, en “El Eclipse” se intensifica más en la transición o puente, y en “El Porvenir” se describen del modo más sintético y breve posible las condiciones específicas de nuestros tiempos que albergan medios y sistemas caracterizados por el potencial de disgregar y desvirtuar la capacidad humana de alcanzar estados plenos de libertad y dominio.
En este video, el autor, Miguel A. Fernández expone las ideas fundacionales de la trilogía "El Guerrero Solar"

El objetivo de la trilogía de “El Guerrero Solar”

El nacimiento de la trilogía “El Guerrero Solar” se debe en gran medida a la profunda percepción del estado de crisis en el que vivimos actualmente, y a la necesidad imperiosa de ahondar en un diagnóstico profundo de tal crisis con el objetivo de poder superarla. Y es encarando este problema como el espíritu puramente sintético de la obra emerge como respuesta fundamental.
Tendemos a concebir, por inercia o comodidad, que si existe hoy en día una crisis se trata de una crisis económica, mientras otros aducirán que vivimos tiempos de crisis políticas, morales, éticas, de valores, etc. Pero en última instancia todas estas expresiones parciales de la crisis se hallan muy interconectadas, y por ello ni siquiera la crisis económica se puede resolver si no se actúa sobre los otros dominios… Por tanto, se puede ya intuir aquí un problema altamente sistémico… En la naturaleza todos los sistemas vivos tienden a la auto-organización y a adquirir los estados llamados homeostáticos, lo cual brevemente significa que en condiciones de caos y de disipación energética todas las funciones, órganos y subsistemas se coordinan entre sí sirviendo a una finalidad común. Ahora bien, aunque esto suceda en el dominio de la naturaleza, en el caso de las civilizaciones tal homeostasis raramente tiene lugar, y precisamente en el caso de las civilizaciones tecnológicas, urbanas e industriales modernas como las que vivimos en la actualidad, difícilmente hallaremos individuos capacitados para responder a la cuestión crucial: ¿A qué fin sirve tal desarrollo?… Por ejemplo, en el dominio político esta respuesta se halla siempre vinculada de un modo u otro a la idea de que tal desarrollo y crecimiento económico sirve a la felicidad individual material y al ejercicio de las libertades individuales, pero precisamente en esta respuesta se evidencia ya una gran abdicación, puesto que una finalidad, si es una finalidad verdadera, no debe servir a propósitos individualistas, sino servir a algo que trascienda el individualismo y que haga converger armónicamente las virtudes y atributos de los miembros dados de una sociedad.
De lo anterior se puede deducir que una de las razones fundamentales de la crisis que vivimos está directamente relacionado con la incapacidad por parte de las instituciones o Estados de definir finalidades que vayan más allá de promover las libertades individuales y económicas de los individuos. Pero ante esta situación surgirá un gran interrogante para las mentes más despiertas, pues… Suponiendo entonces que los Estados-nación o las instituciones de las sociedades urbano-industriales no definen en efecto finalidades verdaderas: ¿Cómo es que entonces la sociedad moderna esté aún tan sofisticadamente organizada a pesar de las crisis parciales? La respuesta a esta pregunta se constituirá en la más difícil de digerir por parte de nuestros contemporáneos, y sin embargo será la que permitirá ver con ojos renovados el verdadero estado de las cosas… Y es que el estado altamente organizado de los dominios urbano/industriales modernos exige necesariamente la existencia de una finalidad, aunque lo más dramático -o mejor dicho lo más trágico- es que la finalidad misma es desconocida por parte de las sociedades e individuos que obedecen a tal finalidad, aún necesitando el individuo creer que obedece a criterios elegidos por él/ella mismo. En última instancia, el individualismo mismo es una condición necesaria para servir a tal finalidad desconocida, y sobre la que en esta trilogía “El Guerrero Solar” se pretende arrojar luz.
Es precisamente en situaciones donde existen efectivamente finalidades, y sin embargo donde estas son desconocidas por los hombres, cuando con el más estricto rigor se puede hablar de la presencia de las fuerzas de la oscuridad, puesto que el hombre, incluso en su feroz individualismo, es determinado en lo más profundo por tales fuerzas, aunque sea desconocedor de la naturaleza de las fuerzas mismas. Como dijimos más arriba, esta obediencia inconsciente a fuerzas determinadas está vinculado al desconocimiento profundo de la naturaleza humana misma en su aspecto más integral, considerando en este conocimiento integral el poder decisivo de todos los factores inconscientes y subconscientes que incluso las escuelas psicoanalíticas del pasado siglo no lograron identificar en toda su verdadera trascendencia, sobre todo teniendo en cuenta la velocidad de cambio vertiginoso que experimentó el medio y la biosfera terrestre en el último siglo. El hecho de arrojar luz sobre estas oscuras fuerzas inconscientes y subconscientes es lo que se constituye en la condición necesaria para dominar tales fuerzas y alcanzar la estrella de un destino humano y la libertad. De lo contrario, todo discurso acerca de la libertad se torna altamente virtual.
Y no sólo la libertad, pero también los dominios éticos, políticos y morales de nuestros tiempos se han tornado altamente virtuales y abstractos, por la sencilla razón de que son impotentes a la hora de enfrentarse y hacerse valer frente al imperativo del desarrollo incesante, el cual en última instancia ha monopolizado a lo largo de las últimas décadas la acción de los hombres, y tal criterio de desarrollo es lo que asigna socialmente el valor del individuo que ejerce tales acciones. El lector podrá encontrar miles de ejemplos de esto último en su vida cotidiana… Y sin embargo, aún siendo esto bastante evidente, sigue sin saberse cuál es la respuesta a la gran pregunta: ¿Cuál es la finalidad de este desarrollo?…
Esta pregunta no podrá ser jamás respondida por aquellos que participan activamente de tal desarrollo, ni por todos aquellos que mediante la propagación de ideologías, espectáculos, consumismos y diversiones siguen aportando al hombre justificaciones falsas y alienantes que en ningún caso responden coherentemente a la pregunta. Tampoco puede ser respondida por el conjunto formado por los técnicos, ingenieros, científicos o tecnócratas en general que, sin ellos mismo saberlo, se constituyen en instrumentos humanos que implementan tal desarrollo… Quizá ésta sea la pregunta más decisiva de nuestros tiempos, y es necesario también determinar quién está en verdad capacitado para responderla.
Aquel capacitado para hacer la pregunta en primer lugar, y lo que es más importante, para hallar en sí la respuesta, tiene que corresponderse necesariamente con un tipo humano que hoy esta prácticamente extinguido en nuestras sociedades. Tiene que corresponderse con un tipo humano que trascienda cualquier visión mercantilista o técnica de la existencia. Aquellos que, en todo tiempo y lugar, lograban seguir finalidades que trascendían tales dominios eran los guerreros. Aquí no hablamos ni de soldados, ni mercenarios… Hablamos de individuos que se alineaban con las fuerzas de un Estado o Imperio, y que en sus acciones, encarnaban tales fuerzas, las cuales consolidaban el poder sobre el que luego los subsistemas económicos y las configuraciones sociales podían materializarse, como en el caso de un retrato sobre un lienzo; y precisamente el “retrato” constituía la finalidad que dirigía las acciones del guerrero, alineándose con el Estado o Imperio.
Sólo guerreros de este tipo son capaces de hacer la pregunta, y responderla, no necesariamente mediante construcciones intelectuales, pero en sus acciones, sus vidas, su combate y sus sacrificios. Pero hoy en día, estos guerreros brillan por su ausencia, en última instancia debido en primer lugar a la ausencia de Estados que estén iluminados por principios de Honor y Coraje, y en segundo lugar por el progresivo predominio planetario de Estados que han cedido al imperativo del desarrollo sin poder iluminar la finalidad misma de dicho desarrollo. Sin embargo, en nuestros tiempos la ausencia de luz a nivel de las instituciones públicas y de las corporaciones no significa que en otros dominios menos visibles, más clandestinos o enigmáticos, la cuestión de la finalidad de la condición humana en nuestra era sí haya sido transmitida de generación en generación desde hace siglos a través de un hilo dorado de enseñanzas y contactos que siempre han estado y estarán ahí para aquel que quiera abrir los ojos a tales cuestiones trascendentales. Este “imperio interior” se corresponde con una fuerza de naturaleza trascendental capaz de arrojar luz sobre las fuerzas determinantes de cualquier época, con el objetivo de emplearlas como medios que permitan definir el grado de sujeción del hombre a fuerzas despersonalizadoras y esclavizadores. Y la acción de emplear los medios de poder existentes en una época con fines de liberación de tal luz, y no con fines de apego a los medios de finalidad desconocida, se corresponde con una tarea heroica que exige de la condición natural de guerrero en aquel que encara tal misión. Por ello es que el único individuo que podrá responder a la cuestión de las finalidades y arrojar luz sobre las fuerzas oscuras de la época será necesariamente el Guerrero Solar, cuya vida misma expresa tal finalidad.
Por ello mismo que las situaciones de crisis y conflicto son siempre el alimento del Guerrero Solar. Y ello no iba a ser menos en nuestra época. Y lo que es más, los principios del Guerrero Solar tienden a degradarse irreversiblemente en situaciones de paz, estabilidad y armonía, mientras que emergen necesariamente con toda su fuerza en aquellos momentos históricos caracterizados por la disolución, la corrupción y la barbarie humana en todas sus formas.
Trailer de la Trilogía: El Guerrero Solar

Por ello que el objetivo principal de la trilogía “El Guerrero Solar” es el de asistir al lector a que comprenda la existencia de unos determinismos -o leyes si se prefiere- que hoy en día lastran su potencial de actuar en un sentido que le permita culminar sus máximas y verdaderas aspiraciones. Estas leyes, por su parte, tienen varios grados que se expresan de modo diferente en los tres libros de la trilogía. Así, estas leyes son expresadas en su carácter más materialista y empírico en el tercer libro de la trilogía: “El porvenir” donde se enfatiza en la importancia del condicionamiento de las reacciones psico-fisiológicas humanas debido a la exposición regular al entorno de tipo cibernético, funcional y virtual que hoy en día se constituye en nuestro principal condición de existencia. A partir de este acercamiento crucial al dominio de la experiencia directa y efectiva de nuestros tiempos, en el segundo libro de la trilogía: “El Eclipse” se hace una aproximación más decisiva al dominio de las cosmovisiones, las ideologías y superestructuras que hemos asimilado durante siglos, y que permiten la adaptación psicológica y religiosa (en el sentido latino de re-ligare un colectivo en una dirección dada…) del individuo hacia una finalidad que no necesariamente es el que promueve su verdadera libertad y poder frente a todas las cosas. Algunos podrán considerar que este segundo libro está más dirigido al “alma” o “psique”, mientras que el tercero está más dirigido al “cuerpo” y a la experiencia, y a mí me parece ésta también una aproximación de gran coherencia. Y en el tercer lugar tenemos el primer libro de la trilogía “Orígenes, Ascenso y Decadencia” donde se penetra mucho más en el dominio metafísico, un dominio éste último considerado como un “desecho subjetivo” por parte de gran parte de la ciencia moderna, y que sin embargo a través de una profunda introspección en los significados últimos del mito y la leyenda, tal dominio permitirá entender el sentido de conjunto y la dirección de conjunto, no sólo del desarrollo de los tres libros de la trilogía, sino que el lector logrará eventualmente percibir tales desarrollos en su propia vida.

Es en este aspecto que la colección es revolucionaria, pues se vuelve a los orígenes para recuperar un sentido que ya no sirve como motivo de nostalgia o romanticismo, pero más bien para construir un sentido aquí y ahora, sobre las bases físicas y materiales efectivas existentes en el Siglo XXI. Evidentemente hablamos aquí de edificar los primeros ladrillos de un proyecto gigantesco que requerirá un esfuerzo sobrehumano, pero la eterna Roma -el Sacro Imperio Romano- tampoco se construyó en dos días.



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El Guerrero Solar: Prólogo a "Orígenes, Ascenso y Decadencia"

En el contexto de la trilogía “El Guerrero Solar”, este libro “Orígenes, Ascenso y Decadencia” aparece como una obra que permite ahondar en las raíces históricas de la figura del “Guerrero Solar”, el cual se corresponde con una siempre misteriosa entidad que se expresa en modos diversos según las particularidades históricas y culturales de una época o lugar. El nombre “Guerrero Solar” se ha correspondido con el término con el que mejor he intentado identificar tal fuerza, que une en sí los atributos y virtudes del guerrero, pero que además de esto último, la lucha y combate de tal guerrero posee una causa, y esta causa es simbolizada en el mejor modo a través del Sol.
Se ha empleado el símbolo del Sol, puesto que -como se explica con más profundidad en el segundo libro de la colección “El Eclipse”- el nacimiento de una estrella implica necesariamente una serie de fenómenos que se denominan como neguentrópicos, lo cual brevemente significa que las leyes de la termodinámica son utilizadas por una fuerza cósmica rectora que favorece procesos de síntesis y resonancia que abarcan espacios muy amplios. Esta fuerza o hálito vital no tiene lugar solamente en los procesos de vida y de creatividad, sino que también se expresa en los fenómenos de formación de civilizaciones y culturas, donde los atributos y virtudes heroicas del hombre constituyen medios que implementan tales génesis.
Respecto del proceso forjador de culturas no se podrá hallar nunca en el dominio humano una explicación que sirva completamente para responder a la pregunta: ¿Por qué se forman las civilizaciones y culturas? y cualquiera que provea una explicación a tal pregunta proyectará necesariamente sus valores más íntimos en tal respuesta, como en el caso de -por poner un ejemplo- Karl Marx, quien, hijo paradigmático de su época, tuvo que considerar que eran las necesidades de producción y la economía las fuerzas determinantes de tales procesos. Sin embargo, el proceso de forjado de una cultura o civilización siempre será un misterio, aunque podemos asegurar que si existe algo que define todos los misterios de la vida es esencialmente su carácter neguentrópico, en el que el Sol y las estrellas constituyen ejemplos de lo más magnífico.
Esto último implica necesariamente que el “Guerrero Solar”, es decir aquella fuerza sintética o “atractor” que “empuja” determinados hombres o grupos de hombres hacia la consecución de una misión de combate contra los determinismos y fuerzas anárquicas de una época y lugar dados siempre constituirá también un inevitable misterio. Y sin embargo, esto no quiere decir que porque tal misterio trascienda las categorías humanas racionales, que el individuo -hoy como siempre- no pueda escudriñar por sí mismo el significado profundo del misterio. Y como asistencia eterna en esta labor viene siempre el mito, la leyenda y la saga, los cuales de ningún modo consisten en cuentos fantásticos, infantiles y arbitrarios de culturas supuestamente “primitivas” o de cazadores-recolectores que no estaban evolucionados o “culturizados”, sino que en realidad el mito, la leyenda y la saga se corresponde con el lenguaje de los destinos; esto es, permiten al individuo cuya vida está en resonancia con un proceso forjador y emergente de civilizaciones o de culturas el comprender íntimamente su lugar específico en tal proceso en el caso de que este proceso neguentrópico tenga lugar de nuevo, pudiendo ver las amenazas que lo acechan en tal proceso, y pudiendo percibir los símbolos o signos que tiene que aprender a reconocer en tal misión. Esto implica que no se puede aproximar al contenido esencial y existencial del mito solamente a través de la instrucción académica ni una formación puramente intelectual, pues en última instancia, es la vida real y efectiva del individuo la que permite descifrar el mito.
Así si queremos entender en profundidad cuál es el sentido de nuestras estructuras de pensamiento o de nuestros conceptos, el mito será la construcción simbólica que siempre nos servirá de correcta orientación en tal descifrado… Si queremos saber, por ejemplo, cual es el destino y finalidad de la ciencia reduccionista moderna o la tecno-ciencia en todo el proceso de desarrollo cósmico, será precisamente el mito, en resonancia con nuestra vida y experiencias, lo que nos proporcionará la clave, la llave del misterio.
Por tanto volver a los orígenes no implica volver al pasado pero más bien volver al mito. De acuerdo a lo anteriormente expuesto, cualquier leyenda o mito Celta será mucho más esclarecedor sobre la ética y costumbres de los Celtas que cualquier construcción académica o racional basado en el empirismo proveído por restos arqueológicos. Esto no quiere decir por supuesto que tal empirismo deba descartarse, pero que lo primero es lo primero, y la cuestión de las finalidades siempre debe tener primacía a la hora de reordenar cualesquiera medios y pruebas empíricas. Y precisamente la cuestión de las finalidades siempre se halla en el mito, cuya “plasticidad” e intrínseca irracionalidad lo convierte en un conjunto de contenidos que no pueden tener el mismo significado para todos los individuos, por la sencilla razón de que la vida de los individuos nunca es exactamente la misma.
Así, el mito y la leyenda se corresponden con el hilo dorado que permite integrar adecuadamente el contenido expresado en el conjunto de la obra “Orígenes, Ascenso y Decadencia”. Por otro lado, en el caso del ejercicio de la virtud heroica, se puede llegar a percibir en el pináculo del mito y la leyenda su cualidad imperial. Y aquí en primer lugar habrá que aclarar que el término imperial empleado en este contexto no tiene nada que ver con los “imperialismos” ni con las acepciones consideradas en general para expresar una construcción política totalitaria. En realidad nos referimos a la cualidad imperial como una idea, como una fuerza o entelequia -en el sentido aristotélico- capaz de hacer converger de forma centrípeta toda experiencia y creatividad humana hacia un centro supremo o eje rector. Por ello mismo, que en esta primera obra de la trilogía “El Guerrero Solar” se ha optado por recuperar el término Imperio Solar para referirnos simbólicamente a esta idea, y para distinguirla de cualquier otras versiones o concepciones respecto de la palabra imperio.
El Imperio Solar se corresponde con una fuerza civilizadora que ha dejado muy pocas huellas -o nos atrevemos que a decir ninguna- en la historia oficial y en los documentos. De hecho, todas las civilizaciones tienden a dejar detrás de sí innumerables producciones en los campos más diversos (economía, arte, política, etc…) y sin embargo el hecho de la génesis fulgurante de los Imperios Solares no está descrito de forma descriptiva ni metódica en ninguna parte, salvo misteriosamente imbuida en la leyenda, el mito y la saga. Así aconteció por ejemplo con el emerger de los orígenes del Sacro Imperio Romano, el Imperio Antiguo de Egipto y el Reino de Israel.
Y es que mucho antes de que comenzasen a predominar en Occidente las religiones abrahámicas (Cristianismo, Judaísmo e Islam) en la que el individuo tiende a someterse a una moral rígida que obedece los imperativos de un dios monoteísta para así creer en la posibilidad de una salvación después de la muerte, existió sin embargo una concepción diametralmente diferente de lo divino en la que el individuo no se somete a un dios, sino que participa del poder divino a lo largo de su búsqueda de la libertad, y esta libertad se hallaba vinculado a un poder imperial y Solar. Según esta idea, el hombre podía eventualmente encarnar el poder divino mismo y servir de puente entre el poder configurador del Imperio Solar y el dominio de los hombres, como en el caso de los Reyes y los Emperadores Solares. A esta idea de libertad y poder del hombre que ha alcanzado el poder divino y que es uno con él se ha siempre simbolizado con el águila, una ave regia que, al igual que la idea de Imperio Solar, vuela soberana y libre a lo largo de la historia, mientras se muestra también siempre elusiva y distante respecto del dominio puramente humano, sólo acercándose a éste cuando raramente emergen las virtudes heroicas y noble-guerreras.
Por ello que, partiendo de estos principios, será la idea de Imperio Solar la que determine la dirección de todos los contenidos de este libro y todos los otros contenidos de la trilogía. Asimismo, la idea de Imperio Solar como forma de Estado también permitirá encuadrar adecuadamente el concepto metafísico de Ser, el cual es absolutamente vital para hacer que converjan adecuadamente todos los dominios parciales de la experiencia y del conocimiento humano. En realidad no se puede disociar el símbolo del Sol, y del águila respecto de la idea de Imperio Solar y del Ser. En última instancia el Ser es una fuerza latente en todas las formas de vida que crea una predisposición o dirección a las virtudes heroicas y de autosacrificio del ego, y que se alinea necesariamente con la libertad verdadera y la constitución macroscópica del Imperio Solar. En todo esto, los contenidos míticos, legendarios o incluso las técnicas, las ciencias, las religiones y las múltiples especializaciones son particularizaciones o medios de expresión de tal fuerza en condiciones específicas.
Por tanto, el Imperio Solar constituye la única y verdadera finalidad del hombre sobre la tierra. Monarquías constitucionales, repúblicas, multinacionales, imperialismos y tecnocracias representan degradaciones posteriores de esta idea, en la que el hombre, sirviendo a tales formas degradadas de Estado, no crece hacia el autodominio, la soberanía y la libertad, sino hacia la degradación individualista y ególatra, en la que se rompe inevitablemente el susodicho hilo dorado mediante la irrupción de una fuerza que trasciende su propia vida individual y fragmentaria. Como coadyuvante a esta degradación de la luz de la idea del Imperio Solar emergen necesariamente toda forma de religiones monoteístas e ideologías, las cuales conceden al individuo una explicación que le permite aceptar sus condiciones de vida, ya no como individuo soberano y libre, sino como un individuo integrado en una masa o colectivo en la que todos los individuos siguen una misma finalidad; una finalidad que ya no es una finalidad real y homeostática, sino una construcción artificial y fantástica. Esta separación degradante del mundo real a expensas de un mundo artificial y arbitrario se llama dualismo, una nefasta predisposición que corrompió primeramente el Reino Antiguo de Israel y que luego se esparció por todo Occidente como un virus que se comenzó a aceptar como algo natural.
Sin embargo la infección dualista que comenzó a corromper todo recuerdo o memoria acerca del Imperio Solar no había afectado demasiado a Europa mientras tal “virus”, en términos históricos, estaba sin embargo causando importantes estragos en Israel durante el primer milenio antes de Cristo. Y esto aconteció así pues Europa todavía permanecía pagana.
Este término pagano es concebido en “Orígenes, Ascenso y Decadencia” de un modo que no expresa la común oposición entre paganismo a cristianismo, ni implica una especie de valorización supersticiosa y emotiva de los entornos naturales, ni se halla tampoco en este texto vinculado a las creencias de las organizaciones sectáreas neopaganas que practican -incluso hoy en día- ritos “druídicos”, etc. En este libro, se concibe el paganismo de forma muy simple como una oposición vital y predisposición de carácter que se opone a toda forma de rígido dualismo; esto no significa que el paganismo no asuma la existencia del dominio sobrenatural, metafísico o incluso el potencial del Imperio Solar, pero que prefiere adquirir una experiencia del dominio material y biológico en toda su extensión como condición de base para la posterior búsqueda de los verdaderos dominios trascendentales.
Así, el paganismo, concebido en este modo, supone la condición ética de base para el posterior desarrollo del Guerrero Solar y la eventual culminación del Imperio Solar mediante el ejercicio constante de la virtud heroica. Y luego de casi dos milenios de degradación y corrupción de la idea del Imperio Solar debido al “virus” dualista, emergió súbitamente durante la Edad Media (desde el siglo XX al XV) una revolución en Europa en la que de nuevo el florecimiento en Occidente del Imperio Solar se tornó una posibilidad, gracias al paganismo intrínseco existente en Europa durante tales fechas.
Ahora bien, lo escrito en la última línea podrá sonar chocante para muchos lectores, puesto que se nos ha enseñado en las clases de historia y los documentales de la televisión que Europa durante tal época estaba bajo el dominio de la Iglesia, y que por tanto de tal lógica se deriva que Europa era un continente cristiano… Y sin embargo, es precisamente el mito el que aquí socorre a nuestra intuición y sensibilidad, comunicándonos significados casi opuestos a los que se obtienen de tales deducciones lógicas, puesto que aunque el mito integra perfectamente la lógica, no puede sin embargo ser dominado por la lógica misma.
Así acontece en el caso del mito del Grial, y de todas las leyendas y sagas que de un modo u otro, en sus versiones más puras, expresan en modos diversos y particulares los enfrentamientos y culminaciones de la virtud heroica que aspira a la “detonación” del Imperio Solar en condiciones históricas determinadas. Cuando ésta misión se corresponde con la voluntad última de la virtud heroica, podemos asegurar que son los Guerreros Solares, los individuos que encarnan muy raramente en las sociedades humanas tales misiones. En el caso de la Edad Media, el Guerrero Solar se particularizó bajo diversas formas en los Caballeros Templarios, los Caballeros de la Orden de Malta, y muchos otras encarnaciones guerreras vinculadas al dominio feudal que incluso llegaban en algunos casos a Oriente Medio, como la Orden guerrera de los Nizaríes. Las Cruzadas, por su parte, afirmaron exteriormente el dualismo cristiano de modo combativo y agresivo a lo largo de enormes extensiones territoriales de Europa, pero en el corazón mismo de la élite de la Órden Templaria los objetivos últimos a nivel de Estado entraron en fricción con la forma específica de Estado en aquellos tiempos representado por la Iglesia de Roma y el Papado. En el fondo -y como se muestra en profundidad en este primer libro de “El Guerrero Solar”- una determinada ética y noble actitud guerrera había logrado catalizar en algunos miembros de la élite Templaria la virtud heroica Solar, la cual en términos históricos había estado ausente por más de dos milenios. Esta virtud heroica Solar, debido a su propia potencia metafísica y trascendental, causó inevitablemente una poderosa amenaza a la monarquía francesa, la Iglesia y sus representantes, los cuales decidieron al final desmantelar el intento de restauración Solar por parte de la Órden Templaria mediante la encarcelación y posterior muerte en la hoguera de sus más dignos representantes.
Este acto de sacrificio que tuvo su momento culminante con la muerte en la hoguera del Gran Maestre de la Órden Templaria, Jacques de Molay frente a la catedral de Notre-Dame en París en 1314, no sólo cambió la historia de Occidente para siempre, sino que debido a que se realizó a nivel del pináculo de Estado, logró modificar de forma decisiva las finalidades últimas a las que servirían los hombres a partir de aquel momento, favoreciendo a través tanto a través del emerger de los Estados-nación en Francia como del dominio progresivo de los mercaderes, el individualismo y la posterior desconexión del hombre con las fuerzas cósmicas, las cuales quedaron libres para permitir que la historia sin embargo continuase, avanzase y progresase.
La idea de Imperio Solar se constituyó a partir de este momento en una idea maldita y herética, que fue perseguida de forma intensa encarnada en sus últimos representantes a través de la Inquisición. Así, la idea Solar quedó de nuevo eclipsada en todos los dominios humanos, y en Occidente los hombres se hallaron solos consigo mismos a la hora de forjar su propio progreso y destino. Fue precisamente en este estado de cosas que emergió el racionalismo y la ciencia moderna, las cuales de forma seductora insinuaban al hombre que todo principio metafísico, sagrado y Solar no era más que pura superstición.
En este video, el autor Miguel A. Fernandez afirma la importancia de la recuperación de los valores pre-cristianos como condición de base de la práctica guerrera tradicional

Así, incapaz de observar la luz sagrada, el hombre Occidental tampoco podía arrojar luz sobre la oscuridad. Y sin embargo esta oscuridad comenzó a manifestarse en toda su potencia a través del SuperDragón; una irracional configuración de energías profundas que siempre ha estado presente en el mito y la leyenda, y que se caracteriza esencialmente por incentivar los temores existenciales del hombre, obligándolo a soportar el miedo a la muerte y al combate Solar con todo tipo de compensaciones. Estas compensaciones progresivamente comenzaron a constituirse en las religiones secularizadas derivadas del Cristianismo y Protestantismo (Puritanismo, Calvinismo, etc), la ciencia moderna, las diversas ideologías (capitalismo, comunismo, felicidad material, comfort, trabajo, etc) las cuales poco a poco fueron integrándose entre sí hasta nuestros días, donde hoy ya se expresan de forma relativamente velada pero poderosa en la religión del hiperconsumo y del espectáculo. Y como no podía ser menos, cualesquiera de los atributos típicos del viejo Guerrero Solar de leyenda -o como escribiría Joseph Campbell de “el héroe de las mil caras”- se convertirían también en producto de consumo y entretenimiento.

Este primer libro de la trilogía de “El Guerrero Solar” describe del modo más sintético y breve posible la emergencia de las fuerzas oscuras e irracionales en el psiquismo de Occidente, causando enormes estragos de carácter subversivo y criminal, como así fueron por ejemplo los acontecimientos sanguinarios de la Revolución Francesa. Pero he aquí que en la ausencia de principios sagrados que pudieran regir e iluminar los destinos humanos, a partir del siglo XVIII y XIX emergería una nueva forma de Estado que superaría progresivamente al Estado-nación y que serviría poco a poco para centralizar y coordinar la acción humana en la dirección depredadora y esquilmadora que caracteriza el poder subversivo del SuperDragón. Esta configuración de poder supranacional se constituirá poco a poco en el Tecno-Sistema, el cual a partir del siglo XIX comenzará a virtualizar toda la moral, política, arte y cultura humanas propiciando en su lugar el culto al rendimiento, el desarrollo y la eficiencia. En los libros “El Eclipse” y “El Porvenir” de esta trilogía “El Guerrero Solar” se ahondará más en el carácter de este nuevo Estado tecnocrático y sus leyes, poniendo de relieve el constante vínculo existente entre el SuperDragón y el Tecno-Sistema.



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Orígenes, Ascenso y Decadencia. Índice de contenidos
Primera Parte
El Imperio del Sol
El Guerrero Solar en el Mito y la Leyenda
El Honor
La Espada: Símbolo del Honor
La visión del águila
El hogar del águila: El Imperio del Sol
La Caballería del Imperio Solar
Orígenes de la Caballería del Sol
Érase una vez unos tontos llamados Celtas
Características éticas naturales en los paganos
La Revolución Medieval. La Caballería Solar
El Grial: el alma de los Guerreros Solares
Los Caballeros Templarios. El Cuerpo del Grial
La Cruzada contra el Grial
La Cruzada contra Notre-Dame
Notas a la Primera Parte

Segunda Parte
Génesis del SuperDragón
El príncipe de las oscuridades
Los técnicos: los artistas de la muerte
Notre-Dame se vende
Todo se vuelve falso
El corazón del Dragón comienza a bombear
Los Templarios se vengan del papado en Roma
Trabajando como un reloj para construir el SuperEstado
Apuntando al SuperDragón con arco y flecha
Notas a la Segunda Parte

El Guerrero Solar: Prólogo a "El Eclipse"



El título de esta obra, “El Eclipse” integrada en la trilogía de “El Guerrero Solar” está inspirado esencialmente al hecho cósmico de que en las civilizaciones, culturas y en el dominio de la naturaleza, cuandoquiera desaparecen las potencias de luz, son precisamente las fuerzas más oscuras y desconocidas las que rigen las vidas, aunque no necesariamente los destinos de las vidas.
Fue precisamente durante el desmantelamiento de la Orden de los Caballeros Templarios por el rey Felipe IV, “El Hermoso” de Francia en el siglo XIV lo que supuso un acto que dejaría a Occidente sumido en una progresiva penumbra. Esta “penumbra” u oscuridad comenzó a arreciar primeramente a nivel de los Estados y monarquías, corrompiendo la nobleza e integridad de las aristocracias, y poco a poco tal penumbra esparció luego su sombra hasta las clases populares, siendo el epicentro de tal fenómeno decisivo la catedral de Notre-Dame en París, en el año 1314, cuando el último Gran Maestre de la Órden Templaria, Jacques de Molay, fue quemado en la hoguera debido a falsas inculpaciones de herejía.
Este hecho, como se describió en “Orígenes, Ascenso y Decadencia” de la trilogía “El Guerrero Solar”, supuso un punto de inflexión en Occidente, constituyendo lo que para muchos sería el fin de la Edad Media y el comienzo de los tiempos modernos. Este evento propició asimismo la progresiva emergencia del SuperDragón en el dominio humano -descrito en más detalle en el libro previo de la trilogía “El Guerrero Solar”- y el hombre en Occidente se halló visceralmente expuesto a semejante entidad, sólo pudiendo “conjurar” aparentemente su amenaza mediante la ciencia reduccionista, las ideologías y las religiones seculares o monoteístas.
Surge ante este nuevo estado de las cosas la pregunta acerca de qué estamentos o grupos humanos de poder pueden hacerse con el control efectivo de la nueva situación emergida. Y he aquí que como otro hecho clave de la historia moderna acontece la constitución de la Masonería Especulativa en Londres, en el año 1717, un grupo de hombres eminentes en diversos campos que lograron superar temporalmente la crisis de sentido causado por la ausencia de principios Solares a nivel de Estado e individual, recurriendo sin embargo a la sustitución de tales principios antiguos por ideas abstractas, las ideas de la ilustración, en la que se asume de forma implícita una interpretación materialista de la existencia aplicada absolutamente a todas las cosas. Así, tanto la ciencia, la economía como la política comenzaron poco a poco a subordinarse al culto de la materia bruta, esto es, un culto a las formas más pasivas e inertes de la materia que ya no está asociada a ningún principio rector de orden metafísico, sobrenatural y Solar. Comienza así el imperialismo de las masas modernas.
Estas ideas agresivamente racionalistas propugnadas por la Masonería Especulativa -grupo político denominado en “El Eclipse” como “Los Señores del Templo Oscuro”- fueron luego propagadas a todos los estratos de la sociedad Occidental moderna, llegando inevitablemente a nuestros días. Y sin embargo, una de las enseñanzas que la Masonería Especulativa descartó de las diversas estructuras más antiguas de la Masonería (los Rosacruces, Francmasones y constructores de Catedrales del medioevo tardío…) era el peligro resultante de la sugestión y de la propaganda de ideas cuando el individuo sometido a tal propaganda no ha recibido una instrucción adecuada. Es precisamente esta intrusión en el dominio subconsciente del individuo lo que incentiva todavía más la alienación de tal individuo y la progresiva brecha entre las acciones específicas del individuo, y lo que tal individuo dice, piensa o puede comprender acerca de tales acciones.
Fueron precisamente las nobles castas Guerreras las que comprendían de forma natural que “las acciones hablan más alto que las palabras”, pero en el siglo XVIII de Occidente esta cosmovisión estaba ya prácticamente extinta, favoreciendo al contrario un culto exacerbado de la razón, los conceptos abstractos, las ideologías y los idealismos, todo ello sumergido además en una visión romanticista y económica de la existencia que cada vez se desligaba más del dominio efectivo de la acción y del sentido de tal acción, la cual poco a poco se tornó autónoma e independiente de la voluntad humana. Aunque ni siquiera la Masonería Especulativa era realmente consciente de lo que hacía, en el fondo la difusión y propaganda de las ideas de la ilustración resultaron medios muy efectivos a la hora de catalizar la propagación del SuperDragón a todos los niveles, primero en el sentido de mejorar la distribución de su sangre, el petróleo -llamado en la Edad Media “acqua infernales” (el agua del infierno)- y segundo en el sentido de dejar al hombre moderno cada vez más expuesto a la movilización extrema de sus acciones, acciones en gran medida pasivas y que el hombre, no consciente de la causa o “motor inmóvil” que dirige tales acciones, sólo puede al final padecer y sufrir de forma pasiva.
En todo esto, tanto el capitalismo como el comunismo proliferaron en el siglo XIX y XX como dos ideologías que sólo difieren en los medios que emplean, pero que se dan la mano respecto de los fines ¿Y cuáles son estos fines? La constitución de una sociedad opulenta donde la superproducción y la satisfacción constante de las necesidades y los deseos atrofia en el hombre la posibilidad de cuestionarse el sentido y la necesaria lucha por el sentido, el cual, como dijimos antes, sólo puede ser otorgado por principios solares legitimados políticamente en el Imperio Solar. Pero la idea de Imperio Solar había sido ya maldecida por la Iglesia desde el Siglo XV, y cuando emergieron como ideologías tanto el capitalismo o comunismo, ya no existía casi un solo rastro de la idea de Imperio Solar en ninguna parte. Y sin embargo, no por ello las finalidades estaban ausentes, sino que el hombre Occidental, cegado por visiones falsas, abstractas e ideológicas de la existencia, simplemente estaba incapacitado para poder ver el sentido. Y esencialmente el sentido de las acciones humanas en el siglo XIX iban en una dirección muy concreta: La constitución progresiva del Estado Tecnocrático planetario: El Tecno-Sistema.



En este video, el autor, Miguel A. Fernandez explica las consecuencias de las revoluciones modernas en el espíritu solar y tradicional del arte guerrero

Es en esta segunda parte del libro “El Eclipse” donde emerge el reto de poder observar con nuevos ojos la configuración de poder aparecido con fuerza en el siglo XX denominado Tecno-Sistema, el cual constituye -especialmente en nuestros días- la entidad que en última instancia rige el destino de la humanidad entera.
Como fase preliminar a la hora de poder arrojar luz sobre tal superestructura e infraestructura de poder, es imprescindible como requerimiento previo un purgado ideológico del individuo que se enfrenta a tal tarea. En cierto modo, se podría decir que en este punto nos hallamos ya en el ecuador de la trilogía “El Guerrero Solar” y que hasta este momento se ha descrito en gran medida la lucha de la visión religiosa monoteísta de la existencia (el “Dios” cristiano en el caso de Occidente) y de las diversas ideologías frente al antiguo y misterioso ideal sagrado del Imperio Solar. Hasta este punto de la trilogía se describen las genealogías principlaes de las diversas ideologías e ilusiones modernas, las cuales se corresponden a grandes rasgos con la ideología de la felicidad, la ideología del trabajo, la ideología de la ciencia y la ilusión de la política. A muchos lectores les sonará chocante que la felicidad de tipo moderna se corresponda con una ideología, pero en este libro se describe en detalle cómo tanto la felicidad, el trabajo y la ciencia, en el momento que exigen de condiciones materiales que fomentan la pasividad y el “dejarse ir” del individuo, se tornan necesariamente ideológicas. La felicidad verdadera, al contrario, se corresponde con una felicidad activa, y un estado de ánimo positivo de aquel individuo que está dispuesto a luchar por su destino, y este tipo de actividad feliz no puede corresponderse con el trabajo concebido en términos exclusivamente económicos o de producción; esta actividad feliz se ejecuta de modo incondicional y no tiene ningún apego al dolor, al placer ni a las consecuencias o recompensas de tal actividad… En resumen, la felicidad verdadera no es un objetivo sino una condición de existencia. Pero cuando el individuo espera una recompensa de su trabajo, o una satisfacción de sus necesidades o deseos, éste es el signo inequívoco de que el trabajo exigirá eventualmente de una ideología para su justificación. Esta diferencia entre la felicidad hedonista/bienestar/comfort de tintes ideológicos y la felicidad activa, es equivalente a la diferencia que existe entre la ciencia moderna reduccionista y la ciencia sagrada que todavía existía en el medioevo y la cosmovisión gótica. Y aunque esto sonará chirriante a muchos oídos, también la ciencia moderna es altamente ideológica, pues su intrínseca idea de objetividad independiente del sujeto que conoce, elimina inevitablemente el sujeto, y en última instancia elimina el posicionamiento verdaderamente activo del individuo conocedor, que no tiene más remedio que volverse pasivo frente a los objetos del conocimiento y las construcciones de la ciencia. Así, como hipótesis de trabajo elegido activamente en esta segunda parte del libro “El Eclipse” se ha decidido descartar cualquier interferencia causada por una visión política de la existencia, aunque será precisamente en el tercer libro, “El porvenir” donde se profundizará más en la cuestión de la ilusión y virtualidad de la política moderna, demostrando su total impotencia frente a las leyes y desarrollos del Tecno-Sistema mismo, y demostrando por tanto que la hipótesis empleada en este segundo libro de la trilogía “El Guerrero Solar” es adecuada. Este ejemplo sirve para poner de relieve que los métodos de la ciencia moderna en sí mismas no tienen valor ninguno, si no se pregunta a qué fin sirven y a qué contextos se adaptan.
Por tanto, en la segunda parte de “El Eclipse” se comenzará a describir el Tecno-Sistema, atendiendo exclusivamente a paradigmas científicos modernos. Esta parte de la trilogía será quizá la más difícil para muchos lectores, pues se profundiza en conceptos de física clásica, termodinámica, física de sistemas, etc. Pero sin embargo, a pesar de su insalvable dificultad, se trata de la exposición de una radical visión materialista de la existencia que se ha escogido a propósito para llevar al límite y a la reducción al absurdo la idea misma de “sólida” materialidad, y ello sin tener que recurrir en ningún caso a paradigmas como la mecánica cuántica.
Es en este ecuador de la trilogía “El Guerrero Solar” donde se pretende en primera instancia capturar el fenómeno de la formación de las estrellas y el Sol mediante paradigmas mecanicistas, deduciendo al fin la incapacidad de estos paradigmas para “tocar” el fenómeno neguentrópico de los soles y de la vida misma. Es en este punto donde el lector podrá percibir entre líneas como la potencia Solar se rebela del texto mismo de “El Eclipse”, queriéndose expresar en nuevos modos, facilitando así a algunos hombres la posibilidad de nuevamente en el siglo XX vencer a los Titanes y domar las fuerzas ígneas del SuperDragón mediante principios eminentemente Solares.
Pero antes de describir a estos pocos hombres de virtud heroica que emergieron como estrellas fugaces en el firmamento del siglo XX, será conveniente primero escalar desde la más pura materialidad metálica del Tecno-Sistema hacia el dominio técnico y tecnológico, introduciendo al lector en un concepto nuevo y revolucionario: la tecnicidad. El concepto de tecnicidad recupera del mundo antiguo el concepto de techné, y lo contrapone como luz a la oscuridad de la técnica funcional y cibernética que comenzó a proliferar en el siglo XX y que determinó asimismo la estructura de las más diversas ciencias y tecnologías. Se describe además la génesis del motor de combustión interna como un hecho de gran significación a la hora de demostrar que en el dominio tecnológico e industrial pueden tener lugar procesos autónomos que imitan a aquellos de la vida, y con los que el Guerrero Solar puede establecer un vínculo que recupera nuevamente aquel vínculo que ya existía siete siglos antes entre el Caballero Templario y su Espada. Estas posibilidades emergieron como casos muy aislados en el siglo XX, pero como toda estrella fugaz, dejaron detrás de sí una estela de luz que se propaga indefinidamente… Éstos hombres, paradigmas heroicos de estas nuevas posibilidades en el seno de las sociedades modernas, fueron el neocelandés Burt Munro, el estadounidense Chuck Yeager y el alemán Ernst Jünger. Los dos primeros viviendo en efecto una vida “de película” que fue inevitablemente llevado al cine, y el tercero aún esperando a un director genial que logre llevar su extraordinaria biografía heroica a las grandes pantallas.
Y sin embargo, estos hombres no constituyeron más que estrellas fugaces en la progresiva oscuridad de Occidente, una oscuridad sin embargo cada vez más iluminada por los focos del mundo del espectáculo y de la diversión. Y es que en “El Eclipse” se describe en profundidad cómo alrededor del año 1940-1950 el Tecno-Sistema se tornó físicamente cibernético en los departamentos del Instituto Tecnológico de Massachussets de E.E.U.U, favoreciendo nuevamente el contra-ataque de la técnica funcional a expensas de la tecnicidad, y consecuentemente dejando al hombre en segundo plano frente a la autonomía de un sistema que le extirpaba profundamente la más íntima responsabilidad. Esto impulsó necesariamente el contraataque de las ideologías y de las compensaciones humanas más diversas, siendo el hiperconsumo, el espectáculo y las drogas las formas más empleadas en la década de los 40-50a partir de la constitución cibernética del Tecno-Sistema, convirtiendo a la enorme masa de hombres de Occidente y Oriente a la esclavitud feliz y sumisa, tintada de pasatiempos políticos y de deportes televisados.

Y sin embargo la luz del Imperio Solar sigue sin dejarse vencer del todo, del mismo modo que en una eclipse total siempre hay pequeños resquicios que anuncian que tal oscuridad no puede durar para siempre… Así, al final de “El Eclipse” emerge nuevamente de las profundidades más remotas de la noche de los tiempos una nueva forma de concebir la lucha y la guerra, una forma imperial, noble y guerrera de concebir el conflicto humano en todos sus niveles. Será el chaturanga, el juego de ajedrez primordial, que vencerá al cerebro cibernético del Tecno-Sistema, no sobre el tablero, sino en el dominio de la eternidad.



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"El Eclipse" Índice de contenidos

Primera Parte
Los Señores del Templo Oscuro
La transparencia y brillo del diamante deviene carbón
El brillo del oro se transmuta hacia la negra “Acqua Infernales”
Comienza la creación en masa del SuperEstado
Capitalismo y comunismo: oponentes ideológicos que sirven a la Tecnoestructura
Notas a la Primera Parte

Segunda Parte
El Tecno-Sistema. Características a vuelo de pájaro
La predecibilidad en el seno del caos
El atractor: equilibrio en el caos
Los patrones de largo alcance. Información y ondas
Notas a la Segunda Parte

Tercera Parte
El Sol. El Centro del Universo
El milagro de la formación de las estrellas
La interacción entre el Sol y el hombre
El Tecno-Sistema. El problema del lenguaje
La recuperación de la visión poética del lenguaje
La praxis técnica: técnica como techné o poiesis
Técnica como funcionalismo
La máquina. Nace la célula del Tecno-Sistema
Génesis del motor
Las primeras tentativas para cabalgar el SuperDragón
Surge el sueño del trabajador heroico
Emergen los nervios del Tecno-Sistema
La visión cibernética
Virtudes y limitaciones de la visión cibernética de la realidad
Jaque-mate al paradigma cibernético
El Tecno-Sistema: Definición
Notas a la Tercera Parte

El Guerrero Solar. Prólogo a "El Porvenir"

En el contexto de la trilogía de “El Guerrero Solar” este tercer libro llamado “El Porvenir” emerge aportando una serie de contenidos que constituyen la verdadera prueba de fuego para todo aquel que aspire a encarnar de nuevo el arquetipo del Guerrero Solar en las condiciones específicas del Siglo XXI. “Condiciones específicas”: ésta es la premisa fundamental de toda esta tercera obra. Mientras que en “Orígenes, Ascenso y Decadencia” como en “El Eclipse” se enfatiza más en los aspectos míticos, legendarios y estrictamente históricos de aparición frugal del Guerrero Solar en el dominio humano, en este tercer libro “El Porvenir” se ha optado por poner los pies en la tierra de nuestra época concreta, el Siglo XXI. Ahora bien, el pretender “poner los pies en la tierra” tampoco es una tarea tan fácil en nuestros tiempos, incluso para aquel que quiera vigorosamente transitar a lo largo de la vía heroica…
Esto es así porque en general en las sociedades industrialmente y tecnológicamente avanzadas el conocimiento que arrastramos en nuestra psique, y los vínculos o experiencias que establecemos con el mundo concreto se hallan confinados en dominios separados entre sí. Así, por un lado albergamos gran cantidad de nociones culturales, políticas y científicas que fueron eficaces para ciertos estratos sociales de Occidente durante los siglos XIX y XX, pero que ya resultan totalmente inaplicables en las condiciones específicas del siglo XXI. Por tanto, cuando abordamos la tarea de definir estas “condiciones específicas” carecemos de un criterio o punto de vista adecuado, adaptado a nuestros tiempos. Hay quien puede pensar que se puede seguir el método científico en estos casos, y efectivamente creemos que tal aproximación constituye un requerimiento básico, pero incluso cuando se aplica con rigor el método científico es siempre importante mantener la prudencia de que -como se desarrolló más en detalle en “El Eclipse”- tales métodos pueden servir a formas del conocimiento de los que el observador puede ser en muchos casos perfectamente inconsciente.
Esta precaución nos impidió en este segundo libro aproximarnos a las “condiciones específicas” de nuestros tiempos mediante una mentalidad estrictamente científica, y es que como se demostró en “El Eclipse”, el hecho de abordar el dominio físico de nuestros tiempos agotando las posibilidades que ofrecen el conjunto formado por los paradigmas científico-reduccionistas, los paradigmas de la física de sistemas no-lineales y los de la cibernética nos lleva a un punto en el que inevitablemente el espíritu del observador se fusiona con el espíritu de lo observado. En última instancia, uno sólo puede observar en el mundo lo que uno es en sus múltiples expresiones, y por tanto la gran pregunta se corresponde al final a la de ¿Quién es aquí el observador?
Es precisamente en este punto que el mito nos ha asistido a salir del apuro. Aunque en este tercer libro de la trilogía “El Guerrero Solar” se prescinde de aproximaciones respecto al mito y la leyenda que están mucho más presentes en el tomo “Orígenes, Ascenso y Decadencia”, en realidad el hilo conductor dorado de todo el desarrollo y de todo el visionado concreto de la realidad de nuestros tiempos se ha realizado en este tercer libro en última instancia “a vista de águila”, esto es, mediante la fusión con los principios Solares.
Éste ha sido el posicionamiento. Y debe parecer a primera vista el más adecuado, pues vivimos en tiempos donde las distancias disponibles han aumentado en proporción inversa a los tiempos disponibles. Y partiendo de nociones y cosmovisiones guerreras perdidas en la noche de los tiempos que definían en gran medida un modo de experimentar el mundo antes que un modo de meramente “pensarlo”, nos ha asistido en esta aproximación a nuestros tiempos un retorno al valor de la acción, como expresión de una praxis, o un modo de operar sobre el dominio físico que sigue unas finalidades muy definidas, aunque no necesariamente conocidas por el individuo que ejerce tales acciones debido a la existencia de la separación anteriormente mencionada entre los conceptos oxidados que arrastramos y el conocimiento simbólico de nuestras acciones.
Y en el dominio de la experiencia efectiva y concreta sobre el plano material, se ha mostrado en el segundo libro de la trilogía “El Eclipse” como en nuestras sociedades urbano/industriales la naturaleza de las acciones humanas sobre el mundo o la praxis específica es de tipo técnica/cibernética/funcional. En el dominio de las organizaciones, los Estados y las relaciones individuales, son estas acciones las que permiten al individuo del siglo XXI integrarse en la sociedad. Existen obviamente un caos de muchas otras acciones ejercidas por los individuos en nuestros días, pero existe sin embargo un monopolio progresivo de las acciones técnica/cibernética/funcionales, y ante el poder intrínseco de estas acciones todo lo que el individuo crea o piense tiene cada vez menos relevancia, pues tales creencias o pensamientos no pueden dirigir de ningún modo tales acciones.
¿Qué entidad ejerce aquí el monopolio? El Tecno-Sistema, el cual hemos descrito y definido con profundidad en el segundo libro “El Eclipse”. Para definirlo muy brevemente, el Tecno-Sistema es una entidad o SuperEstado de orden planetario que monopoliza las acciones de las organizaciones, Estados e individuos en una dirección muy definida. Por su parte, el subsistema económico global se ha sometido asimismo a los determinismos del Tecno-Sistema, y en última instancia la única praxis que permite que una organización, individuo o Estado adquiera hoy en día un beneficio económico importante en sus operaciones productivas es si incentivan y centralizan las componentes cibernética/funcionales de sus decisiones e implementaciones. Y sin embargo estas ventajas van a la par de una serie de consecuencias importantes a nivel humano, y es que de forma progresiva se crean unas dependencias y apegos entre el hombre y los mecanismos funcionales de su entorno que conllevan la modificación de las configuraciones psico-somáticas del individuo, los cuales quedan casi siempre relegados al dominio subconsciente, sin que hoy existan en la práctica enseñanzas o métodos que permitan al homo-technologicus ser consciente de tales fuerzas oscuras.
Ante esta situación hablar de libertad humana es obviamente ilusorio, pues los patrones y automatismos introducidos en las regiones profundas de la psique por las configuraciones funcionales del entorno tecnológico modifican sustancialmente la dirección de las acciones del individuo, careciendo éste en última instancia de la capacidad de gobernar tales impulsos. Y sin embargo, en ningún caso esta situación tiene que ser traumática, pues por el otro lado el entorno mecanístico y funcional integrado en el Tecno-Sistema provee al individuo de toda una serie de compensaciones virtuales -es decir, compensaciones que no afectan a su capacidad de tomar decisiones efectivas- en las que el individuo se crea o “construye” sin embargo la ilusión puramente artificial de la libertad de elección. La carencia de libertad unida a la carencia de traumas existenciales es lo que puede facilitar en nuestros tiempos la relativamente nueva condición de esclavo feliz y autosatisfecho
Esta ilusión concedida por el Tecno-Sistema al individuo que se halla en él integrado se corresponde con una ilusión que se ha manifestado en nuestros tiempos en dos vertientes principales: la ilusión acerca del uso individual de la técnica, y la ilusión de que la política moderna, la ciencia y la opinión pública puedan determinar a priori la dirección del desarrollo tecnológico.
La ilusión del uso de la técnica moderna es explicada en detalle en “El Porvenir” como la idea falsa de que el hombre pueda determinar un fin “bueno” o “malo” de un dispositivo tecnológico dado. Se muestra en este tercer libro de “El Guerrero Solar” como en el caso de los dispositivos modernos de esencia sistémica, cualquier “superestructura” moral resulta incompatible con los potenciales intrínsecos de desarrollo de la infraestructura tecnológica misma. Esto es así en gran medida porque el objeto técnico moderno se ha tornado cibernético y sistémico, y tal transformación implica necesariamente que el análisis de cualquier “uso individual” tenga que ser radicalmente diferente. Así, en nuestros tiempos es muy ingenuo separar los dispositivos o gadgets de la infraestructura industrial y tecnológica de escala global que los ha hecho posible. Esta infraestructura industrial y sistémica se ha definido en “El Porvenir” como el continente del Tecno-Sistema, en el cual se hallan los determinismos y leyes impersonales que lo dirigen de modo autónomo. En este continente o matriz del Tecno-Sistema se integran los contenidos en los que el individuo goza de la libertad de elegir un espectro amplio de usos y consumos, aunque ninguno de estos usos o consumos puede modificar un ápice el continente, en modo similar a cómo el color de la carrocería de un coche se corresponde con una decisión individual que no altera las características técnicas del motor del coche. En otras palabras: miles de coches de colores con los colores más diversos van todos a casi la misma velocidad media cuando circulan por el entorno urbano…
Por tanto, un individuo puede utilizar un coche para llevar los críos al cole o para matar por atropello, pero ninguna de estas decisiones marginales e individuales puede modificar un ápice la dirección del desarrollo tecnológico e industrial del sector automovilístico en su conjunto, el cual sirve a determinismos autónomos e impersonales que trascienden la esfera económica misma. Esto no quiere decir que el hombre esté sujeto necesariamente a un sistema que lo doblega y vapulea a su antojo; en realidad aunque el desarrollo del Tecno-Sistema sea autónomo como un gigante desencadenado, ello no quiere decir que el hombre, en su tarea heroica, no pueda posicionarse con total libertad frente a los diferentes niveles de fenómenos técnicos integrados en el Tecno-Sistema. Por ello que, siguiendo las tesis de Marshall McLuhan según el cual “el medio es el mensaje”, la verdadera libertad humana en nuestros días consiste en elegir libremente los medios existentes en el continente del Tecno-Sistema, dejando en segundo lugar el supuesto valor de los contenidos, los cuales son altamente virtuales respecto de su influencia tanto en el interior del hombre como en la configuración del dominio externo. Así, para poner un ejemplo simple e introductorio de esto último, la verdadera libertad humana consiste en realidad en dominar el deseo de encender o apagar la televisión o el smartphone, y no la pseudo-libertad de elegir entre un surtido de 200 canales o páginas web, luego de haber estado en contacto con el contenido de tales canales o páginas web.
Todas estas ideas sonarán muy radicales al lector, y en este tercer libro de la trilogía “El Guerrero Solar” se asume asimismo que el lector debe practicar la virtud de la paciencia para ir percibiendo esta nueva cosmovisión en su experiencia directa. Por supuesto, otra de las condiciones necesarias para alcanzar tal cosmovisión exige por parte del aspirante a Guerrero Solar del purgado de la ilusión de la política moderna. La “ilusión política” es una expresión tomada del filósofo francés Jacques Ellul, en el libro que lleva tal nombre. Si se extrapola hacia el nivel de gobierno nacional la incapacidad por parte del individuo de determinar la dirección del proceso de desarrollo tecnológico, emerge la lógica pregunta de si los representantes políticos modernos y los gobernantes pueden acaso liderar o dirigir tal desarrollo. Para responder a esta pregunta debemos determinar cuáles son las finalidades que proponen la clase política y cuáles son los medios disponibles para hacer efectivos tales finalidades. Ciñéndonos a las condiciones existentes en las sociedades urbano/industriales modernas, veremos que el político moderno de éxito propone a los ciudadanos finalidades que están referidas al crecimiento económico y el bienestar de los ciudadanos y votantes. Estas dos finalidades sólo son posibles mediante una adecuada y óptima gestión de los medios de producción, los cuales son de naturaleza técnica y tecnológica. Y en este caso, los individuos capacitados para favorecer y optimizar el desarrollo de tales medios no son en la práctica los políticos, sino el conjunto formado por los ingenieros, los científicos, los técnicos y los tecnócratas. ¿Entonces cuál es el papel que tienen los políticos en todo esto? Tanto los políticos como los contenidos de la opinión pública (famosos, deportistas, artistas, etc) sirven en esencia para fortificar en el individuo y votante su sujeción consciente y subconsciente a determinadas ideologías (la felicidad, el trabajo, el progreso…) que son necesarios para movilizar los recursos que hacen que el desarrollo incesante del Tecno-Sistema sea posible. En otras palabras, el dominio político, de haber constituido un fin en Occidente antes del siglo XX, luego de la constitución del Tecno-Sistema durante el siglo pasado se ha convertido en un medio, un contenido de naturaleza espectacular que no tiene ninguna influencia en el continente del Tecno-Sistema.
De nuevo, esta tesis podrá parecer muy radical al lector, y sin embargo en este tercer libro se la ha puesto a prueba en el “laboratorio” del mundo en un caso muy concreto y crucial… Veamos…
Desde un punto de vista exclusivamente tecnocrático, el Tecno-Sistema constituye la forma más avanzada de civilización tecnológica e industrial, y como cualquier otra civilización, se halla sujeta a procesos de crecimiento y decadencia. En el caso del Tecno-Sistema, sus condiciones de existencia necesarias pero no suficientes son las siguientes:

a) una sociedad tecnológica en masa compuesta de individuos que actúan en base a las ideologías de la felicidad (comfort) el trabajo, la ciencia, el progreso material, y
b) Fácil disponibilidad de recursos materiales y energéticos

 En el caso del Tecno-Sistema podemos comprobar de forma fehaciente que el factor (a) sigue muy pujante, pero que en la condición (b) estamos experimentando ya importantes problemas. En general, mientras exista una fácil disponibilidad de recursos materiales y energéticos casi cualquier problema técnico tendrá una solución técnica. Pero si el factor (b) falla, entonces el desarrollo tecnológico comienza inevitablemente a ralentizarse, y el papel de los técnicos comienza a ser cada vez mas inoperativo.
La velocidad de desarrollo del Tecno-Sistema es altamente dependiente de un cociente, el TRE (Tasa de retorno energético) global, que expresa la cantidad de energía obtenida por el sistema de forma neta en los procesos globales de obtención de energía. Esta TRE está cayendo ya desde hace tiempo y tal caída es irreversible, puesto que el Tecno-Sistema no es capaz de reciclar la disipación de los recursos finitos sobre los que se sostiene. Esto producirá necesariamente en los próximos años un declive, acompañado de un colapso abrupto del Tecno-Sistema… Así que: “Houston, tenemos un problema”… ¿Están acaso los políticos reaccionando ante este problema que es muy real y nada virtual?
 En absoluto, y en última instancia “siguiendo el guión”, pues la función de los políticos modernos es alimentar los deseos de las masas integradas en las sociedades tecnológicas. Contribuyendo a esto último ha venido en los últimos tiempos la ideología de la “sostenibilidad”. Y decimos ideología, pues de haber sido considerado en sus inicios un término que implicaba un vínculo estable y harmónico entre el hombre y el entorno, ha pasado a ser una mera justificación del desarrollo e implementado de tecnologías cibernéticas/sistémicas como los “smart grids”, y de la producción de energía a partir de recursos renovables mediante tecnología eólica, fotovoltaica, etc. En el caso de los “smart grids” el criterio es a priori incrementar las eficiencias y la mejora de la distribución de energía para la sociedad, la cual en términos productivos están experimentando ritmos decrecientes de producción. Hasta aquí todo parece adecuado, e incluso de sentido común… Y sin embargo la comprensión de las leyes del Tecno-Sistema nos permite ver en este tomo “El Porvenir” cómo estas medidas refuerzan todavía más los imperativos internos del Tecno-Sistema, que de forma agregada siempre exigen un crecimiento constante de la depredación energética del planeta. Y este fenómeno que tiene lugar en todo el dominio de las tecnologías “eco-eficientes” se puede aplicar perfectamente al dominio de la energía fotovoltaica, eólica, y más recientemente el proceso de “fracking” en los E.E.U.U. Esto no quiere decir que el futuro de la obtención de la energía de forma sostenible no sea a partir de fuentes renovables, pero si tal obtención se logra de forma efectiva en un futuro de forma verdaderamente sostenible, deberá ser libre de los imperativos del Tecno-Sistema.
Absolutamente ninguna de estas tecnologías es capaz, incluso suponiendo que se pudiesen aplicar a escala global, de compensar el declive del TRE global, el cual supone la verdadera “oxigenación” del Tecno-Sistema y todo aquello que de él depende; un “oxígeno” que es mucho más crucial que la disponibilidad de recursos estrictamente financieros como el dinero. En última instancia, la llamada “deuda global” es una deuda entre las demandas incesantes de desarrollo del Tecno-Sistema y la capacidad de las sociedades humanas y el planeta de satisfacer adecuadamente tales demandas.
Estas demandas no podrán ser satisfechas debido a límites estrictamente energéticos, y eventualmente la “baraja se romperá”, o mejor dicho, el “castillo de naipes” del Tecno-Sistema se vendrá debajo de forma abrupta en términos históricos. La irreversible pendiente de este declive está vinculado al elevado nivel de integración del Tecno-Sistema en todos sus aspectos, lo cual le otorga una gran fragilidad e incapacidad para la autorregulación cuando las demandas energéticas no son satisfechas. Este previsible fenómeno puede dar lugar a escenarios de lo más diverso que el lector es libre de imaginar, pero que en “El Porvenir” se han pretendido poner de relieve en los aspectos existenciales de tipo destructivo y constructivo para el individuo que aspira a la condición de Guerrero Solar.
Quizá uno de los fenómenos más negativos que emergerá durante tal proceso de colapso global sea lo que en “El Porvenir” se define como la rebelión tiránica de las masas. Recurriendo a los autores que mejor han sabido definir el concepto de “hombre-masa” en este tercer libro de “El Guerrero Solar” se pone de relieve que el Tecno-Sistema exige que el individuo adopte actitudes pasivas, obedientes o de “estímulo-respuesta” para una mejor integración cibernética, pero que una vez que tanto la superestructura ideológica como la infraestructura material del Tecno-Sistema colapsen inevitablemente, tales actitudes pasivas ya no serán útiles y el individuo tendrá que enfrentarse a sí mismo. En esta situación pueden emerger a la superficie de la conciencia las tensiones o pulsiones reprimidas, los odios, afectos o desafectos que exigirán su botín sobre el mundo, dando lugar a actitudes subversivas, destructivas, criminales y anárquicas a todos los niveles. Si existe un tipo de individuos predispuesto a la adopción de estos comportamientos será la plebe o la chusma, que hoy en día no tienen absolutamente ningún vínculo con las condiciones económicas o estatus del individuo.
Será importante que el Guerrero Solar conozca en tales situaciones de caos de civilizaciones cuáles son las características tanto de la chusma como de los hombres-masa, pues ambos representan respectivamente las dos encarnaciones crepusculares tanto del SuperDragón como el Tecno-Sistema; representan las fuerzas conservadoras, retrógradas, del pasado y de la oscuridad, las cuales el Guerrero Solar no sólo debe vencer solamente en el exterior, sino primeramente en sí mismo.
Pero he aquí que también del veneno se puede sintetizar una medicina, y ésta es la pretensión expuesta en la segunda parte de “El porvenir”
En este video, el autor Miguel A. Fernandez explica la necesidad de recuperar la virtud heroica para afrontar los retos del presente y del futuro

En la segunda parte de “El Porvenir” se hace un retorno necesario a valores que algunos podrán llamar “arcaicos” aunque en realidad en este tercer libro de la trilogía “El Guerrero Solar” se conciben tales valores más bien eternos, no en sentido romanticista ni idealista por supuesto, sino en el sentido de que ninguna cultura o vínculo creativo emergido entre el hombre y sus nuevas condiciones de existencia han prescindido jamás de tales principios, los cuales son luego encarnados en los príncipes, la realeza y la nobleza.
Sin embargo tal majestuosa encarnación no es más que un “producto final”, un “producto acabado”, que al igual que una Espada tiene que experimentar primeramente una altas temperaturas de fundición para llegar a forjarse. Y es precisamente el Guerrero Solar el que aspira a tal forjado, aunque como condición necesaria que garantizará en el largo plazo la consecución final de tales objetivos a través los dolores, los sufrimientos y el fuego infernal de tales experiencias es la condición noble. Así, en esta segunda parte se ha recuperado del término “noble” sus más primordiales significados y por tanto se le ha desprovisto de toda acepción referida a “privilegios de cuna”, “títulos nobiliarios”, etc que hoy en día no constituyen más que vanas cáscaras vacías, pues en última instancia la nobleza sólo se puede poner a prueba en la lucha y en el combate, y no precisamente en las fiestas “glamorosas” llenas de paparazzis del cuore. Por su parte, el hombre noble que aspira a Guerrero Solar no tiene ninguna contemplación por las sensiblerías del cuore pues él tiene, en el fondo, un corazón noble: un corazón honesto, leal y auténtico que se expone al combate y a la lucha de forma inversamente proporcional a lo que se expone a los cocktails, el “vivir bien” y demás maquillajes.
El hombre verdaderamente noble no quiere “vivir bien”. Quiere combatir. Por esto, en esta segunda parte de “El Porvenir” se expone un tratado radical y revolucionario del Guerrero Noble, como condición de base para alcanzar una condición regia y Solar, la del Guerrero Solar, que hoy -como en todos los tiempos- se constituirá al fin en luz y faro del reino eterno, el Imperio Solar.

Apéndice sobre el matrimonio

En este tercer libro se incorpora al final un tratado o apéndice acerca del matrimonio que se ha considerado importante. En principio no hemos sabido si era editorialmente mejor incorporarlo a este tercer libro de la trilogía o a los otros dos, pero al final se ha optado por éste, puesto que este tercer libro está más relacionado con el “aquí y ahora” que el aspirante a Guerrero Solar tiene que afrontar en su tarea.
Se ha optado por escribir un tratado acerca del matrimonio, puesto que el aspirante a Guerrero Solar también debe ser muy consciente de lo crucial que es para su lucha el establecer unos vínculos muy específicos con el sexo contrario. Así, teniendo en cuenta que el Guerrero Noble del siglo XXI tiene como enemigo principal al Tecno-Sistema, y sabiendo que este poder -invisible para la mayoría de nuestros contemporáneos- se ha tornado ubicuo, existe la posibilidad de que la opción del matrimonio moderno sea desaconsejable para el aspirante a Guerrero Noble mientras está forjando su lucha, y mientras se halle “quemando” todos los medios en la hoguera y en las llamas de su aspiración solar.
¿Por qué desaconsejable? Por que el matrimonio, hoy como siempre, se corresponde a una institución estatal, legitimada por una determinada estructura de poder, en la que un hombre y una mujer (o en formas homosexuales que no necesariamente se corresponden con los tiempos modernos, sino que existieron también en otras épocas) se unen para compartir una forma de entender la vida. Esto último acuerdo es el factor determinante para el éxito de un matrimonio, y es un factor que trasciende el terreno económico, sexual, afectivo y social. Y del mismo modo que en la Edad Media los matrimonios eran legitimados en Occidente por la forma de Estado existente de entonces, la Iglesia, hoy los matrimonios son legitimados por el Tecno-Sistema, no tanto de forma visible, pero por simple interpretación de los elementos que rodean los ritos y ceremonias matrimoniales de nuestros días.

¿Puede permitir el Guerrero Noble participar en semejante juramento de fidelidad hacia una cosmovisión contra la que en realidad está luchando? De ningún modo. Ello constituiría la prueba de su interior abdicación y falta de vocación. Y sin embargo, el Guerrero Noble puede establecer vínculos libremente elegidos con mujeres, vínculos incondicionales en las que tanto el Guerrero Noble como su amante sirvan a la misma idea, a la del Imperio Solar, una idea que hoy en día no está materializada en ninguna parte, pero que se alberga solamente en los corazones. Y en este sentido tanto el Guerrero Noble como su compañera comparten lo más profundo de sus corazones, experimentando quizá las formas más libres y elevadas de amor humano.



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"El Porvenir" Índice de contenidos
Parte 1
Jugando con las reglas del juego de la cibernética
Comienza la liberación de la esclavitud
Primera fase: liberación de la alienación económica
Algunas consideraciones previas acerca del concepto de SuperEstado Tecnocrático
Los Imperativos del Tecno-Sistema
El velo de las ilusiones del Tecno-Sistema
El aspecto ambivalente del uso técnico
La ilusión de la política
Houston, tenemos un problema…
Un problema de energía neta
La producción energética del Tecno-Sistema
La Perversa Ideología de la Sostenibilidad
Notas a Parte 1

Parte 2
La rebelión tiránica de las masas
La masa. Características
Características existenciales del hombre-masa
Cultos típicos del individuo-masa moderno
Características de la chusma
Nobleza en el Siglo XXI
Notas a Parte 2

Parte 3
El Noble Guerrero
Culto a las Armas
Apéndice: El matrimonio
Notas a Parte 3